JUNIO DE 2010.
Sergio Muñoz – Presidente OCE-Unicesar, Miembro de la Dirección Nacional del Polo Joven.
Los resultados electorales del pasado domingo 31 de mayo merecen ser analizados bajo una perspectiva objetiva, ya que será inevitable el esparcimiento, por parte de los “analistas” del Establecimiento, la idea de la derrota del Polo Democrático Alternativo (PDA) y de su pliegue indefectible a las ideas de continuismo disfrazado.
Gustavo Petro obtuvo más de un millón trescientos mil votos, un aumento considerable con referencia a los 900 mil votos que obtuvo el Polo en las elecciones legislativas de Marzo. De igual forma, en casi todos los departamentos de la Costa Caribe (con excepción de La Guajira), Petro quedó en segundo lugar doblando al candidato del Partido Verde, Antanas Mockus.
¿Cuál es la diferencia con las elecciones presidenciales de 2006? Lo primero es la dispersión de las principales fuerzas uribistas frente a su cohesión de ese entonces con su candidato único Álvaro Uribe.
Lo segundo, la victoria del candidato del Partido de la U, se debe, no sólo a la flagrante participación en política del Primer Mandatario, sino también a la aceitada maquinaria estatal puesta a su servicio que, sólo en el caso de Familias En Acción, representa 2,3 millones de familias, para un total de aproximadamente 13 millones de colombianos plegados al chantaje.
Lo tercero, es que Carlos Gaviria fue claramente, en el 2006, el único candidato de oposición real. En este evento, los medios de comunicación jugaron un papel determinante moldeando en la opinión la falsa idea de que el Partido Verde era una opción, una ruptura frente a la propuesta uribista. Pero ello se hacía con la finalidad de quitarle al PDA el título que ostenta como verdadera y radical alternativa, como el último baluarte de la oposición en Colombia.
Esta estrategia fue seguida muy de cerca por las firmas encuestadoras, las cuales, de forma sesgada, relegaban al Polo Democrático a los últimos lugares, dándole como porcentaje la mitad de los sufragios que llegamos a obtener.
Pero la estrategia enunciada anteriormente tiene determinadores de más alto nivel y con más infames propósitos. Es la estrategia dictada desde la Casa de Nariño para destruir al Polo Democrático Alternativo. Maniobra para la cual cuenta con el presupuesto y los diversos organismos estatales. Es evidente, tal cual lo reveló Gustavo Petro en documentado debate, que este Gobierno ejerce lo que se conoce como “Terrorismo de Estado”, con el fin de desintegrar o eliminar sistemáticamente un conglomerado social, en este caso, un partido político.
¿Cuál es, entonces, el futuro del Polo Democrático Alternativo?
En este momento histórico, de exacerbación de las contradicciones por la profundización de la política neoliberal y antinacional, cada vez más sectores se verán golpeados, cual es el caso de los ganaderos, e indefectiblemente pedirán a gritos una organización política capaz de defender sus intereses, estrechamente ligados a los intereses nacionales; una organización con la claridad suficiente para dirigir y para prever los giros de las diferentes situaciones y aún así no perder el rumbo; una organización diáfana que nunca haya traicionado al país. Esa organización es el Polo Democrático Alternativo.
En ese orden de ideas es imprescindible que en este momento histórico, el Polo continúe en su rol de oposición, que no se desdibuje entregándose, y a la población, a los cantos de sirena del embrujo verde neoliberal, en el cual, tendremos mucho por perder y absolutamente nada por ganar. Debemos hacer claridad que ningún candidato representa un cambio efectivo, sino el agudizamiento de la crisis política, social y económica.
El PDA se constituyó para defender la soberanía, construir la democracia y la paz. No arriaremos estas banderas.