14 de
septiembre de 2011
Sergio
Muñoz, miembro de la Dirección Nacional del Polo Joven.
“Cuando estés en las marchas, cuando
luches por lo que importa, cuando sonrías a la luna... voy a estar a tu lado. Debes
estar seguro que camino contigo las calles de Colombia y grito las consignas de
la vida, de la dignidad, de la libertad; que por oscuro que parezca todo
siempre tendremos aliento de esperanza.” – Talía
Calderón
La
apoteósica jornada del 7 de septiembre, en la cual se movilizaron docentes,
estudiantes universitarios, de secundaria y del SENA, padres de familia y
ciudadanía en general ha notificado una vez más al gobierno de Juan Manuel
Santos que no sólo no estamos de acuerdo con su intentona de trastocar la
educación en un rentable negocio, sino que recurriremos a las acciones que sean
necesarias hasta que se garantice realmente como un derecho.
Papel
fundamental ha jugado la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, MANE, en la cual
participan delegados de todas las universidades públicas del país, de más del
50% de las universidades privadas y también del SENA. La Mesa Amplia no sólo se
ha propuesto derrotar la Nueva ley de Educación de Santos, sino que además es
un espacio programático y organizativo que redundará en una mayor articulación,
madurez y solidez del movimiento, encaminadas a defender y construir un
proyecto de educación y de universidad que esté al servicio del desarrollo de
la nación y atado a lo más avanzado de la ciencia, la tecnología y el
humanismo.
El
gobierno de Santos anunció que retiraría el ánimo de lucro del proyecto de ley[1].
Frente a esto: 1. El proyecto de ley aún no ha sido radicado, por lo tanto el
movimiento estudiantil no tiene la certeza de que la promesa se vaya a
concretar. Sería entonces un error garrafal creerle a un gobierno de verdugos y
entregárnosle mansamente basados en rumores y en la palabra de quienes siempre
se han caracterizado precisamente por carecer de ella. 2. Este anuncio puede
servir como un comodín para desarticular y desarmar al movimiento estudiantil.
3. Nuestra oposición y nuestra batalla no es sólo contra el ánimo de lucro, es
contra todo el proyecto de ley, contra su esencia, y por su hundimiento. 4. El ánimo
de lucro es una amenaza latente, contenida también dentro de los Tratados de
Libre Comercio, en los acápites de Inversiones y de Comercio Transfronterizo de
Servicios, lo cual nos debe llevar a comprender que la nuestra es una lucha
integral.
Frente a
tan grandes propósitos y perspectivas, flaco favor hacen a nuestros intereses quienes
plantean salidas suicidas sustentadas en el desespero, y que sólo servirían
para desprestigiar al estudiantado. Nuestra herramienta ulterior de lucha es el
Paro Nacional Universitario, también definido por la MANE, y del cual se debe
hacer uso en el momento más álgido de la batalla, en el momento del todo por el
todo, en el momento en que la realidad objetiva lo ponga al orden del día como
el instrumento principal para hundir la Nueva Ley, no con base a caprichos e
interpretaciones subjetivas.
Hermosas
épocas nos ha correspondido vivir. Es cierto que ésta es la más grande
arremetida que se haya desatado jamás, no sólo contra la educación, sino contra
el país en su conjunto. Entrega por doquier de títulos mineros; favorecimientos
y grandes gabelas tributarias a multinacionales y al capital financiero;
persecución social, laboral y criminalización de la protesta social (que con la
Ley de Seguridad Ciudadana se pagará con cárcel); orgía de negociaciones y
firmas de Tratados de Libre Comercio, que lesionan terriblemente nuestra
incipiente industria; medidas nugatorias del derecho al trabajo a nuestros
agricultores, y que repercuten en la pérdida de la soberanía alimentaria;
desmonte de derechos adquiridos y, para colmo, manipulación desvergonzada de
las cifras que sirve para sacar “milagrosamente” de la pobreza a más del 45,5%
de la población,[2]
obviando un largo etcétera.
Entonces
¿qué es lo hermoso de esta época? Que al estar plagada de contradicciones
despliega ante nosotros un porvenir de lucha jamás visto; que nos brinda la
oportunidad de conocer diáfanamente la posición de todos y cada uno frente a
los problemas de nuestra nación; que nos da la posibilidad de aglutinarnos cada
vez más para librar grandes gestas; y principalmente, que podemos entregar lo
mejor de nosotros mismos por un mejor mañana. Para mantener y conquistar
nuestros derechos tenemos un deber: luchar sin claudicar.